Rut Molina Santos, de 52 años de edad, vecina de la barriada Río San Pedro desde hace 20 años y de profesión Auxiliar de Enfermería, es además hoy por hoy, una puertorrealeña muy conocida. Ella, una persona solidaria, demostrada su labor altruista en estos días, tanto en medios locales como autonómicos, recibe este premio de reconocimiento que le llega después de mucho trabajo voluntario a sus espaldas.

Su iniciativa tomaba inicio en el principio de la pandemia. Hoy ya son dos años del grupo que creó llamado «Nos Ayudamos Río San Pedro», que no solo ayuda en la barriada puertorrealeña, sino en otros puntos de los alrededores de su zona de máxima acción solidaria. En este grupo se buscan y se donan infinidad de cosas desde: comida, juguetes, ofertas de empleo, ropa, muebles o lo que se pedía en estos días y que ha dado lugar a un post viral, un traje de novia. Fue cuando la novia quiso sacar el traje para prepararlo para su uso, cuando descubrió que su estado era prácticamente inservible y, además, no tenía apenas margen de maniobra por la cercanía de la fecha del enlace. El grupo se pondría manos a la obra, sin tener constancia de la repercusión mediática que llegaría a su petición de ayuda.
Llegaron varias ofertas de trajes de novia además de distintas ofrendas para tan especial día para una novia a la que ahora le tocaba ser ayudada, pues es parte muy activa del grupo solidario en el cual participa junto a Rut y otras personas. Finalmente, se consiguió el traje, una lavandería que lo está preparando, una costurera que lo arreglará, uñas, maquillaje, peinado y tocado, además de la tarta nupcial. Todo esto son solo algunos de los gestos que se han tenido con la novia Juliana Pulgarin, protagonista principal de una historia que ponía en noticia el perfil «Nos Ayudamos Río San Pedro»
Si hay alguien a destacar en esta historia es su principal motor, Rut, que se entrega en cuerpo y alma a esta labor que realiza en sus jornadas de descanso o días libres, recorriendo puntos como Puerto Real, Cádiz, Chiclana, San Fernando y el Puerto Santa María. Todo ello lo hace en su siempre compañero de viajes, su coche, al que cariñosamente llama «El Abuelo» que cuenta ya en su haber 20 años de vida, pero que como ella nos cuenta, sigue estando al pie del cañón.

Al abuelo lo multaban hace unas semanas, reconociendo Rut que estaba donde no debía, pero es muy difícil poder recoger todo lo que la gente dona, teniendo que encontrar un lugar de aparcamiento cercano porque algunas cosas pesan mucho. Pero su sorpresa llegaría en forma de respuesta a su multa por parte de su grupo de ayuda. A Rut le donaban un lote de carne, para que se realizara un sorteo entre las personas que quisieran ayudar a quien consideran que está para todos. Los números se vendían todos, además de muchos ofrecimientos a quien le tocara, para donarlo nuevamente a la que consideran su hada madrina, la incombustible Rut.
Otra anécdota que nos cuenta Rut, es el miedo a tener que parar esta actividad de ayuda a las personas que lo necesitan, porque en poco tiempo tendrá que abandonar el trastero donde actualmente guarda las donaciones, debido al fin de su arrendamiento, el cual paga ella de su propio bolsillo. Esta anécdota debería de ser recogida por los lectores de este medio, para poder ayudar a alguien que no dejará de ayudar a quien se lo pida aunque tenga que guardar las cosas como pueda en su casa. Ella espera que suene una campana como la que sonó con el traje de novia, que vuelva a conseguir un lugar donde pueda seguir ayudando a tantas personas como hace, en una labor altruista con la que involucra a muchas otras personas, además de su propia familia.
Personas como Rut o Juliana, además de otras tantas personas y colectivos que hacen posible esta bonita iniciativa, son los que verdaderamente hacen que la palabra Solidaridad tenga un sentido.
Rut nos cuenta emocionada que día a día comprueba que aún existen buenas personas, además de que confía en que podrá seguir realizando algo que se ha convertido en una adicción para ella, la ayuda a los demás.