José Luis Romero Pacheco
Y pasó la feria más deseada, que no por ello la más lucida ni concurrida, aunque sí la más políticamente visitada, por aquello de la cercanía de los próximos comicios. Sin embargo, solo el PSOE envió a su “primer Espada”, mientras que el PP se decantó por un subalterno que de lo que más sabe de Sanidad es precarizarla y privatizarla.
El sr. Calleja conforme a guión y sin apartarse un ápice de su ego, ya imitado por su hermano en las lides gastronómico canalsurtelevisiva, fue centro de atención de objetivos diversos y deseado icono de posturas altivas y pierna adelantada, para inmortalización y regocijo de cuantas/os querían perpetuarse junto a un photocall de carne y hueso disponible a jornada completa.
El sr. Beardo, su séquito y su Curro, descansando a la sombra de su Tótem Calleja, agradecidos de que el festejo y su líder fiestero volviera a cubrirles y quedar a cubierto de tan nefasta gestión municipal, de la que solo brilla el aspecto lúdico festivo gracias al único artífice de su éxito, el concejal díscolo que ni milita en el PP ni en Ciudadanos.
Pasado el bullicio, con menos recursos y con esperanza mermada, el ciudadano vuelve a encontrarse con la cruda realidad de un gobierno que ni gestiona ni gobierna y con una ciudad en permanente deterioro. Pues la falta de presupuesto, de ordenación urbana y el concurso de proyectos abandonados, estancados o solo anunciados, dibujan el desolador panorama de una ciudad sin rumbo ni dirección definida y un equipo de gobierno, con Beardo a la cabeza, no solo incapaz de evitar la deriva, sino dinamizador activo por su incompetencia. Quien ha llevado a la “Ciudad de los Cien Palacios” a la época menos esplendorosa, menos productiva y con menos expectativas de futuro. Aunque eso sí, todo ello bajo el paraguas lúdico festivo de festejos diversos y prolíficas cabalgatas obra del edil y showman Calleja.
Sr. Beardo, le van quedando a Ud. y a su equipo de gobierno pocas fiestas y efemérides a las que aferrarse, y su oportunidad de repetir mandato se está diluyendo cual azucarillo en la infusión que el Sr. Calleja sabiamente le está administrando.