José Luis Romero Pacheco
Resulta que ahora el sr. Beardo, como quien tiene la tarea hecha y sin saber por dónde continuar para seguir empeorándolo todo (que es lo que mejor sabe hacer), da una vuelta de tuerca y se organiza una conferencia en Madrid para el próximo día 30 de marzo.
Se da la circunstancia de que él mismo es el único ponente de la conferencia, que además cuenta con el sugerente y surrealista título “El Puerto, ciudad de inversión”; y con el sugerente patrocinio de una de las empresas del grupo que presta el servicio de limpieza de la ciudad en precario, con el resultado precario contrastado, con huelga incluida y con la basura amontonada por las calles días después de haberse desconvocado.
Sin rubor y con la desfachatez que da la inoperancia y la incapacidad manifiestas, nuestro alcalde se permite abandonar la ciudad en el estancamiento al que la ha abocado para ofrecer en la capital de España un discurso que, por otro lado, suponemos escrito por sus asesores de redes del metaverso paralelo en el que se ha instalado el equipo del desgobierno y la farándula.
Suponemos por tanto que su conferencia “El Puerto , ciudad de inversión” será una fábula o una ficción alimentada por su realidad paralela, pues su carta de presentación no es el mejor bagaje para generar confianza inversora: con una ciudad sin PGOU; con los presupuestos prorrogados desde 2018; con los contratos de servicios esenciales caducados, prestados en precario y sin nuevos pliegos; con un estancamiento generalizado de la ciudad; con proyectos enterrados o sin visos de inicio o continuación; con la pérdida de subvenciones; con un evidente deterioro físico de la ciudad, que está sumida en el abandono; con su pérdida de imagen y del norte de hacia dónde ir para sacarla del ostracismo en el que se ha instalado.
Sr. Beardo, hágase un favor y decline la invitación, pues el marco normativo municipal, el estado de abandono y la pérdida de imagen a la que ha abocado a la ciudad no es el marco más propicio para generar confianza inversora. Invierta usted el tiempo en la que es su única obligación como alcalde, trabajar por y para la ciudad, pues tiene toda la tarea por hacer y todas las promesas por cumplir.
Usted no está para conferencias, ni para un pregón de Carnaval, con todos mis respetos para la efeméride y para el sr. Calleja, cuyo su extenso capote fiestero es ya suficiente para tapar tanto desacierto y tan nefasta gestión.