Las inversiones planificadas permitirán a España multiplicar por 40 su capacidad de tratamiento de residuos mediante sistemas de reciclado químico en 2025, cuando se alcanzará el medio millón de toneladas tratadas, según un estudio que analiza la implantación de esta tecnología en el país.
El análisis, presentado este martes, ha sido llevado a cabo por la Asociación Paneuropea de Productores de Plásticos (Plastics Europe), la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) y el Instituto Tecnológico del Plástico (AIimplas) para poner en valor esta tecnología en el marco de la economía circular y de la lucha contra el cambio climático.
El reciclado químico, señalan los autores del informe, permite descomponer residuos plásticos (y otros materiales) en sus componentes básicos y transformarlos en «valiosas» materias primas secundarias para producir nuevos productos químicos y plásticos, favoreciendo así la circularidad de los recursos.
Además, facilita el tratamiento de los residuos plásticos que no se pueden reciclar mecánicamente y que, por ello, acaban en vertederos o se incineran.
Los plásticos son materiales versátiles y duraderos presentes en infinidad de sectores y contribuyen a la sostenibilidad gracias a que ayudan a reducir el desperdicio de alimentos, disminuir las emisiones en el transporte o limitar las necesidades energéticas de los edificios, entre otros, contribuyendo así a la lucha contra la crisis climática, añade el estudio.
Los productos fabricados con materiales plásticos, al final de su vida útil, se convierten en residuos que deben ser gestionados y reciclados de forma adecuada para poder introducirlos de nuevo en los procesos productivos, favoreciendo de esta manera la transición hacia una economía circular baja en carbono, concluye el informe.
Según la misma fuente, las tecnologías de reciclado van desde el mecánico al químico pasando por el reciclado por disolución y la unión y complementariedad de éstas es fundamental para alcanzar los objetivos de sostenibilidad, circularidad y neutralidad climática de la Unión Europea y de la propia industria.