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Los que no puedan vacunarse por motivos de salud serán reubicados donde se requiera menos contacto social.
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El vaticano cuenta con unos 5.000 empleados.
La actitud pro-vacunación exhibida por el papa Francisco desde el inicio de la pandemia va a llevarse hasta el último extremo en el Vaticano. Aquel empleado de la Santa Sede que rechace inmunizarse sin justificación médica corre el riesgo de perder su puesto de trabajo, textualmente «se interrumpirá la relación laboral» con la ciudad-estado.
Así lo establece un decreto firmado el 8 de febrero por el cardenal Guiseppe Bertello, gobernador vaticano, basado en una ley de 2011 sobre derechos y deberes de los trabajadores vaticanos. Un decreto que endurece la normativa italiana y común en el mundo de que la vacunación sea voluntaria, aunque recomendada. No en vano, el vaticano es una monarquía absoluta y jerárquica en el corazón de Roma que opera independientemente del ordenamiento jurídico italiano.
El decreto consolida una idea expresada por el Pontífice de que la vacunación es «una obligación moral». «Rechazar la vacuna constituye un riesgo para los demás», además de un riesgo propio. Francisco, recibió la primera dosis el 13 de enero y la segunda el 3 de febrero.
El Vaticano cuenta con unos 5.000 empleados. A principios de enero, los servicios sanitarios de la Santa Sede comenzaron el proceso de vacunación con el fármaco de Pfizer/BioNTech, del que reservaron 10.000 dosis. Se permite también la vacunación de los familiares de los trabajadores que estén autorizados a usar los servicios sanitarios de la ciudad-estado.